jueves, 26 de junio de 2008

Mill City Museum en Minneapolis (Minnesota, EE.UU.)

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El Estado norteamericano de Minnesota contiene regiones muy fértiles para el cultivo de los cereales, algo ya conocido y aprovechado desde antes de configurarse como Estado en 1858, hace ahora 150 años.
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Esta importantísima producción, especialmente triguera, desarrolló la instalación en la zona de múltiples molinos harineros y fábricas de harinas. La propaganda exterior del gobierno de los Estados Unidos hizo que a partir de 1870 llegasen oleadas de emigrantes europeos a Minnesota. La mayor ciudad del Estado, que no su capital, Minneapolis, pasó de tener 13.000 habitantes en 1870 hasta los 165.000 en 1890.
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Las mayores fábricas harineras se construyeron en Minneapolis que, de este modo, desde 1880 hasta 1930 esta ciudad fue conocida como la capital mundial de la fabricación de harinas (Flour Milling Capital of the World). Por aquello años en Minneapolis se llegaron a fabricar hasta 12 millones de barras de pan al día. La Washburn A Mill fue la mayor harinera del planeta y también la más avanzada tecnológicamente.
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Tras un importante aumento de las exportaciones durante la Primera Guerra Mundial, en los años veinte Minnesota sufre una importante recesión económica. La situación se agravó con periodos de sequías y plagas. Los trabajadores del campo y de las fábricas, que desde comienzos de siglo se habían agrupado en cooperativas y sindicatos, forman ahora el Partido Agrario Laborista, con el claro objetivo de defender los intereses de los obreros y los pequeños agricultores.
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El Mill City Museum se instala sobre las ruinas de lo que fuera la gran fábrica de harinas de Washburn y Crosby, la mayor del mundo en su momento, como ya hemos indicado. Las aguas del río Mississippi daban movimiento a la fábrica, además de nombre a Minneapolis, ya que en dakota minne significa "agua".
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Sobre la historia de los Washburn Flours Mills sabemos que se iniciaron con un primer edificio construido en 1874 por el empresario Cadwallader C. Wasburn. Esta fábrica sufrió una gran explosión en 1878 que causó 18 muertos. La catástrofe, conocida desde entonces como Great Mill Disaster, hizo modificar los procesos de molturación, aumentando los sistemas de seguridad para evitar la combustibilidad de la harina.
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La industria se reconstruyó, conociéndose a partir de entonces como Washburn A Mill, que se convirtió en la harinera de mayor tamaño y más avanzada tecnológicamente de todo el mundo. Tal liderazgo le fue arrebatado por otra fábrica de harinas de Minneapolis, la Pillsbury "A" Mill, finalizada en 1881. Cadwallader C. Wasburn se asoció con John Crosby para fundar la Washburn-Crosby Company, que a la postre daría lugar a la General Mills.
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La Washburn A Mill estuvo en funcionamiento hasta 1965, año en que fue cerrada al igual que otras 8 viejas fábricas harineras del grupo empresarial. Desde entonces permaneció abandonada, hasta que en 1991 sufre un incendio que la destruye parcialmente, quedando la ruina tal cual se conserva en la actualidad.
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Y es que tras la destrucción por el fuego, una institución cultural de la ciudad, la Minnesota Historical Society, se pone en marcha para recuperar el edificio, consiguiendo convertirlo en el Mill City Museum. La ruina se "congeló" tal cual quedó tras el último incendio, y en diversas dependencias se establecieron áreas temáticas donde se explica el proceso de fabricación de la harina y el pan, así como acontecimientos históricos como la explosión de 1878.
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La página web del museo es http://www.millcitymuseum.org/

martes, 24 de junio de 2008

Recuperan varios molinos en Trabazos de Aliste (Zamora, España)

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Información e imagen obtenidas del diario La Opinión de Zamora:
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Latedo y San Martín del Pedroso restauran los edificios de los molinos harineros tradicionales en el entorno del río Manzanas
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"La localidad de Latedo ha iniciado los trabajos de recuperación del molino harinero de "La Ribera", uno de los más antiguos de "La Raya" con Portugal, con vistas ha librarlo de la ruina al que le condena el declive agroganadero y que pueda volver a realizar su actividad de la molienda del trigo, cebada y centeno en blanca harina y servir, cuando menos, como muestra real de las labores campesinas del pasado para las nuevas generaciones. La iniciativa ha partido del Ayuntamiento de Trabazos de Aliste y cuenta con la financiación del grupo de acción local Adata a través de programa comunitario Leader Plus.
La mano de obra la están poniendo los propios obreros del Consistorio, realizando las obras de restauración a toda la estructura, exterior e interior, con especial incidencia en la techumbre que pasará a ser totalmente nueva, eso si respetándose la bajo cubierta de madera (vigas, cantiagos y chilla) y los materiales del tejado. Las paredes de piedra mantienen su fisonomía original, no obstante se reforzarán con cemento para darle mayor seguridad. También se actuará en la mejora de la maquinaria.
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Importante industria
El municipio, con cinco núcleos, llegó a contar en 1752 con un importante número de molinos harineros en la ribera del río Manzanas y los arroyos del entorno que a él vertían sus aguas, quince en total. En Latedo, con 21 vecinos, había cuatro molinos, a algunos de los cuales acudían agricultores de Villarino e incluso de Portugal. Nuez de Aliste, a pesar de su importancia histórica y a nivel poblacional, por entonces tenía 60 vecinos, pasando por su término en Manzanas, solo contaba con tres molinos. Las restantes infraestructuras para la molienda se distribuían por San Martín del Pedroso, tres, Villarino Tras la Sierra, dos, y Trabazos, que era donde más había, cinco. Aquí llegó a funcionar a si mismo un batán.
El Ayuntamiento de Trabazos ha prestado especial atención en los últimos años a la recuperación y restauración de importantes elementos de la arquitectura civil y religiosa. Por su importancia destacan en la localidad de Trabazos las obras en iglesia de San Pelayo Mártir y en el entorno de la ermita de Nuestra Señora la Virgen de la Soledad, donde las zonas verdes, podrían considerase las mejores de la comarca. En Nuez las actuaciones más llamativas ha afectado a la iglesia de Nuestra Señora la Virgen de la Asunción y a la Fuente Grande. En San Martín del Pedroso se ha recuperado uno de los molinos harineros situados junto al cauce del Manzanas y en Latedo ha vuelto a funcionar el lagar de aceite y en Villarino Tras la Sierra el tradicional lavadero. A ello se ha unido otras obras como presas ecológicas y la mejora del área recreativa de "La Chanera" de Nuez situada junto al río Manzanas, compartiendo actividades con la vecina Quintanilha. Sin lugar a dudas la zona de ocio ribereño compartido más importante de España y Portugal.
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Fuente:
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sábado, 21 de junio de 2008

Fábrica de Harinas y Sémolas «La Albinilla S.A.» en Lebrija (Sevilla, España)

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Reportaje publicado por Juan Cordero Ruiz en Lebrija Digital el 16 de mayo de 2007:
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“La Albinilla S.A. Fábrica de Harinas y Sémolas, 1888.” Así decía, en rótulo de baldosas cerámicas de su fachada, el que fuera durante un siglo el edificio industrial más grande de Lebrija, y del que hoy solo queda el recuerdo.
Mi infancia y primera juventud estuvo íntimamente ligada a esa fábrica; mis recuerdos están vivos, con esa vivacidad que adquieren las experiencias más lejanas en esta última etapa de la vida. Tal vez por esta experiencia, conservada oculta en los misteriosos recovecos de la memoria, y que ahora brotan con gran lucidez, se manifieste exagerada la importancia y trascendencia de lo que significó esta industria en la vida lebrijana.
No solo se trató de un centro fabril harinero de primer orden; fue, también, la primera central que proporcionó la electricidad a Lebrija, con el nombre de “Lebrijana de Electricidad, S.A.”. Para la gran energía que precisó la ingente maquinaria de la fabrica de harinas, esta hubo de producir su propia fuerza motriz por medio de motores de vapor, más tarde de gas-oil y, últimamente, de energía eléctrica servida por la “Sevillana”. Como la producción de su energía tenía excedente, hizo los primeros tendidos eléctricos en la ciudad, lo que representó para Lebrija un gran progreso y bienestar.
En aquella primera etapa, para renovar y enfriar el agua de las calderas de vapor, poseía instalaciones de grandes estanques, alguno de proporciones tales que, a finales de los años treinta, sirvió de plaza de toros, donde se dieron novilladas y otros espectáculos de masas.
Los lebrijanos, en los primeros años del siglo XX, estaban muy orgullosos de esta desaparecida industria, como lo reflejaban en una popular cancioncilla:

”Se está poniendo Lebrija
A estilo de capital
Con la fábrica de harina
Y la luz artificial…”
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La importancia de esta fábrica no fue solo por su tamaño, también, sobre todo, por su moderno e innovador sistema para la molturación del trigo. Hasta entonces había molinos harineros y tahonas, que por medio de dos piedras, una soleraestática y la otra volandera, comprimían el grano, destruyendo al mismo tiempo el salvado, el almidón y el gluten. La Albinilla emplea los llamados cilindros trituradores estriados que, girando a distintas revoluciones, “rebanaban” el grano sin pulverizar el salvado o afrecho, mondando el grano grueso del interior, y extrayendo la llamada “sémola”.
Para esta revolucionaria operación el trigo había de molturarse con un determinado grado de humedad, siendo previamente lavado, secado y oreado, sufriendo un complicado proceso preparatorio al molido. Esa larga preparación y posteriores cernidos, selecciones y clasificaciones, no impedían que tuviese una producción de 24.000 Kg.-día, capaz de abastecer toda la ciudad y algunos pueblos de la comarca.
En su momento constituyó el más avanzado sistema de fabricación de harinas, como lo acreditó la Escuela Nacional de Molinería, con sede en Valladolid, creada por el Ingeniero Don Ruperto Lampaya Estella, (en genial anticipo de lo que hoy es la enseñanza por correspondencia y la Universidad a Distancia). Nuestra fabrica alcanzó gran notoriedad que se divulgó en las publicaciones especializadas. Motivo de sorpresa y admiración fue esta industria lebrijana en la región, sobrepasando los límites de la especialidad profesional, como quedó reflejado en la revista “Bética” del 15 de enero de 1915, por la pluma del ilustre poeta Felipe Cortines Murube, quien realizó esta fotografía de la portada, en la que aparece mi padre a sus quince años, rodeado de algunos obreros.
El edificio de la fábrica, propiamente dicho, era un multiforme y especializado complejo: un anexo de recepción, almacenamiento y preparación del grano. Un segundo bloque de tres plantas y un entresuelo que disponía de dieciséis pares de cilindros para la molturación. Una segunda planta para la clasificación y primer tratamiento del producto, compuesta de ocho grandes tornos; clasificadores del grano triturado por su densidad, tamaño y otras cualidades. Una tercera planta para el tratado de los residuos: como los afrechos, y la clasificación y envasado de los subproductos del trigo.
Todo esto puede que solo sea el recuerdo de algunos lebrijanos que, más o menos directamente, vivieron vinculados a este importante centro. Aunque fueron muchos, pues esos complicados procesos de fabricación conllevaban lo que hoy se denomina un “complejo industrial anexo”, que empleaba el más variado personal en sus departamentos e infraestructuras: oficinas, talleres mecánicos especializados, herrería, carpintería, electricidad, albañilería, costura de embases y sedas de cernidos, panadería, despacho; lavandería, envasado, almacenamiento, transportes, cuadras, garajes, conservación, limpieza, mantenimiento…
Pero, tal vez, lo que pueda perdurar en el “recuerdo” de los más, sea el enorme espacio que albergaba tan insólito edificio. Lindaba con la huerta del Convento de los franciscanos, llegando a la Silera, y por el norte limitaba con la mediada cuesta de la Ronda, hoy Avenida Cruz de Mayo; en su fachada principal abarcaba desde el Granadillo, (hoy espacio del Instituto “Virgen del Castillo”) cogiendo ambas aceras de la Avenida de Andalucía hasta la Plaza Juan Díaz de Solís y el Asilo de San Andrés. Una extensión sorprendente e inusual en la industria local y regional.
Está por escribir la historia de la industria y la artesanía lebrijana, tal vez oculta por el tópico de “eminentemente agrícola y ganadera”, y eclipsada por su espléndido pasado artístico y monumental, cuando no infectada de ideologías y realidades sociales más o menos interesadas y manipuladas, que nos han ocultado la creatividad y el ingenio de tantos lebrijanos, quienes no solo cultivaron la tierra, cumpliendo el castigo que le impuso el Génesis:
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(3. 17-18) “maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimentotodos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo”.

Los hijos de Lebrija no solo fueron castigados trabajadores de la tierra; también destacaron en otras variadas y nobles actividades laborales. Es hora que, a la luz de una cultura al alcance de todos, se alumbren ya las zonas que han permanecido en las tinieblas del tópico y la ignorancia, remarcando solo los tonos pardos y grises del obrero del campo, sin tener presente el ingenio, talento y originalidad luminosa de tantos lebrijanos olvidados, autores de meritorias labores en la industria, la artesanía, el comercio y otras profesiones liberales.
La historia de un pueblo hay que verla en su conjunto; es un mosaico de variadas teselas con poliédricas formas, que aportan la unidad y el equilibrio a la totalidad, con sus luces y sombras, poesías y prosas, fiestas y trabajos. Contrastes en claroscuro de sinónimos y antónimos, como la vida misma que, para ser saludable, requiere el conocimiento, la función y la presencia de todas sus circunstancias (teselas) en su justa dosis y adecuado lugar. Hoy, desde este rincón de “Lebrija en el recuerdo”, es justo rememorar la singular Fábrica de Harinas y Sémolas “La Albinilla S.A”, creada por los pioneros industriales, Sres. Adame, Calderón y Cª; una obra que ya solo vive en el recuerdo de los mayores, y pronto será su olvido, dejando mutilada la historia integral de este pueblo, al faltarle el estudio de parcelas tan singulares como esta que hoy recordamos.
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Fuente:
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miércoles, 18 de junio de 2008

Lugar de Interés Etnológico: Fábrica de Harinas «Nuestra Señora del Rosario» de Fuerte del Rey (Jaén, España)

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Reproducimos el magnífico artículo titulado "Patrimonio Histórico y Proyecto sobre el Patrimonio" que en el número 2 (año ¿2001?) de la revista Almenas (Colegio Oficial de Arquitectos de Jaén) publicara el antropólogo Antonio Luis Díaz Aguilar:
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El 24 de septiembre del presente año la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía dicta Resolución por la que se incoa el procedimiento para la inscripción con carácter específico, como Lugar de Interés Etnológico, de la fábrica de harinas Nuestra Señora del Rosario de Fuerte del Rey en Jaén. La intención de este texto es dar a conocer este proceso de catalogación, en el cual se destacan tanto las características constructivas del inmueble y los muebles asociados al mismo, su maquinaria, como su significación histórica y el futuro proyecto de intervención.
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La fábrica
El edificio, construido en los años 30, se encuentra en un lugar céntrico del casco urbano. Está detrás de la casa de los antiguos propietarios, separada de ésta por un pequeño patio. En el inmueble se advierten tres espacios contiguos pero diferenciados. El primero es una construcción rectangular donde se encuentra la maquinaria. Consta de dos plantas y un semisótano, con una ocupación en planta de 106’72 m2. La fachada de este espacio, que es la del edificio en su conjunto, da al patio referido y se orienta, al igual que la fachada de la casa de los anteriores dueños del inmueble, a la cabecera del templo parroquial del pueblo. El segundo espacio, transversal a éste, es el de nave-almacén, con una superficie rectangular más alargada que la crujía anterior, con dos plantas en altura y una ocupación en planta de 149’70 m2. El tercer espacio es un anejo con diversas dependencias y una extensión en planta de 88’29 m2 .
El semisótano y la planta baja de las salas de la molienda están resueltos con forjados de viguetas de madera apoyadas en muros y jácenas metálicas, y entrevigado del mismo material. En la planta primera encontramos viguetas de acero y bovedilla de ladrillo. La cubierta es plana, de planchas de acero soldadas, resultado de una reforma de la azotea en los años 60. El suelo del semisótano es de cemento y el de las plantas de piso de madera.
La nave-almacén se construye de forma tradicional, con muros de carga de tapial, con zócalos de piedra, revestidos de sillarejo y enlucidos con yeso. La planta baja está resuelta con forjado de viguetas metálicas que descansan en muros laterales y viga central, la planta primera consta de cubierta a dos aguas renovada recientemente con teja curva cerámica sobre estructura de rollizo y tablero de madera con cerchón. En la planta baja el suelo es de baldosa hidráulica y carece de pavimento en la primera.
En cuanto al edificio de anejos, éste está resuelto en la planta baja con entramado de rollizos de madera y entrevigado de ladrillo a revoltón que descansa sobre muros y machones y en la planta primera con cubierta a dos aguas con teja curva cerámica sobre estructura de rollizos de madera y tablero en pendiente de ladrillo, apoyadas en muros extremos y pórtico intermedio de machones de fábrica y dintel de madera. El suelo es de baldosa hidráulica en planta baja y sin pavimento en la primera.
Tanto las paredes de las naves-almacén como del espacio de anejos se encuentran revestidas de yeso y revocadas con cal. La carpintería de la fábrica es de madera en puertas y ventanas. Las escaleras en el espacio de la molinería son de madera y en el resto de peldañeado de ladrillo. Como una peculiaridad para la época y el lugar hemos de resaltar que el edificio principal, el de la maquinaria, se levanta mediante una estructura de hormigón armado, una solución constructiva que hasta casi cincuenta años después no va a ser usada de forma regular en las edificaciones de la localidad.
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El proceso productivo
Esta industria harinera pertenece a la categoría de fábrica de cilindros, por ser los molinos de este tipo, y de molienda alta, al tener una clasificación de harinas aceptable posibilitada por tener rodillos con una separación gradual. Su actividad fundamental hasta 1974 fue la molienda de trigo (aunque en ocasiones se molían otros granos) de buena parte de la comarca, formando parte del sistema productivo y comercial de la campiña cerealística jiennense hasta los años setenta.
La mayoría de las máquinas de la fábrica se encuentran lógicamente en el espacio de la molinería, desde el semisotano hasta la planta primera, aunque algunas máquinas que intervenían en el proceso de transformación están en las naves-almacén del edificio. En el sótano está el motor, que, utilizando energía eléctrica, hacía mover toda la maquinaria de la fábrica, a través de transmisiones, de correas movidas por poleas que se conectan de una planta a otra por una serie bocas. El cereal pasaba de una máquina a otra a través de unos sinfines o roscas, por lo que subía y bajaba varias veces de unas plantas a otras. El trigo era traído por caballerías o en camión y se depositaba en el almacén de la fábrica. De aquí se echaba en la tolva, para poder ir limpiándolo y moliendo. Ésta está situada en el semisotano y tenía una capacidad de unos cuatro mil quinientos kilos. Desde aquí era subido por un elevador a la tarara, también llamada monitor o zig-zag, localizada en la planta primera de la nave-almacén. Aquí se iba cribando y limpiando el cereal, para pasar después a la deschinadora cuya función era, como su nombre indica, la de quitarle las posibles chinas o piedras que trajera el trigo. El paso siguiente era la despuntadora, máquina que funcionaba a unas mil quinientas revoluciones por minuto y que despuntaba el trigo desprendiéndolo del germen, que le daría acidez a la harina. El polvo que salía de todo este proceso pasaba mediante la acción de un ventilador hasta el ciclón. Mediante un proceso de centrifugado las partículas más volátiles tendían a subir por un tubo de ventilación hasta el exterior, quedándose en el ciclón las más pesadas. De aquí se iban almacenando en los sacos.
Cuando el trigo estaba limpio había que humedecerlo. Así, de la despuntadora bajaba al lavadero para ser mojado y lavado, y desde aquí subía a la noria. Ésta tiene unas paletas en forma de cangilones redondos que eran movidas a medida que el trigo iba cayendo, con lo cual se iba accionando el mecanismo de caída de agua y el trigo iba cogiendo la humedad necesaria. Por unos sinfines el trigo pasaba de dicha noria a los depósitos o cajones acondicionadores, donde reposaba durante veinticuatro horas si era duro o de dieciséis a dieciocho si era blando. Dos de los cajones tenían una capacidad de dos mil ochocientos kilos y el otro de mil setecientos. Entonces bajaba al triarvejón, cuya función era la de quitar los arvejones, semilla redonda que suele llevar el trigo, además de otro tipo de leguminosas que pudiera llevar. De aquí pasaba al depósito de espera, a los cajones denominados de volteo, que están en la planta de los molinos, en la planta baja, donde el trigo permanecía de seis a ocho horas, hasta el momento de su molturación. Antes de entrar en los molinos pasaba previamente por la máquina magnética donde se quedaban las puntas, tornillos y otros elementos metálicos que pudiesen ir con el trigo, por el efecto del imán.
El paso siguiente era la molienda. Esta fábrica realizaba una molienda redonda o alta, conocida también como molienda a la húngara. Ello es debido a que se procuraba moler obteniendo la menor cantidad de harina posible en cada operación para poder clasificarla y ordenarla mejor. Los molinos llevan dos cilindros, uno encima del otro, que iban rotando en sentido contrario. Su función era la de rajar la semilla por medio de unas estrías que lleva el de abajo y separar así la sémola de la cascarilla. La molienda era gradual, ya que pasaba de un molino a otro previo paso por los plansichter de la sala de arriba donde se iba clasificando, limpiando y, a su vez, desapelmazando lo molido al tener estas máquinas desatadores. Los molinos, siguiendo el orden de la molturación, cada vez están más juntos y van teniendo las estrías más finas, es decir, tienen más canaladuras, hasta que en las tres últimas máquinas ya son lisos. A éstos llegaba la sémola más fina, la cual posteriormente subía al sasor donde pasaba por varios tamices, los últimos de seda, clasificando y limpiando aún más la harina. Los plansichter y el sasor eran, por tanto, maquinas cernedoras que limpiaban de impurezas lo molturado y, a su vez, lo clasificaba en productos de distinta calidad. También entraban en este proceso las cepilladoras, que deshacían bien la harina y permitían la mejor clasificación de la misma. El polvo que salía de la harina y del trigo en todo este proceso iba a parar a los colectores de polvo. Hay dos, uno para la harina y otro para el trigo.
Cada producto resultante de esta operación (salvados, harinillas y harinas de distintas calidades) pasaba por unos sinfines a la planta baja del almacén. Es aquí donde se hacían las mezclas de cada saco, con las proporciones de cada producto que debían llevar, debidamente pesadas en la báscula. El paso siguiente era la distribución y comercialización.
En cuanto a la época de funcionamiento de la fábrica, ésta no estaba directamente relacionada con el ciclo agrícola. Únicamente dependía de la demanda. La materia prima principal era el trigo, del que existían distintas variedades, unas quince. Normalmente se trabajaba la mezcla, la cual variaba dependiendo de los distintos pedidos que cambiaban en función de para qué se utilizara la harina. Así, por ejemplo, algunos tipos de harina daban más viscosidad y eran utilizados para repostería, otros tenían más gluten y hacían subir o aumentar de tamaño el pan, etc.. También hubo ocasiones en que se hacía mezcla de trigo con maíz, cebada o centeno. En esta época fue fundamental el Servicio Nacional del Trigo, ya que se vendía dicho cereal directamente a este organismo a un precio estipulado, era éste el que asignaba la cantidad y tipo de producción que debía tener cada fábrica o molino y el que también adjudicaba a cada panadería el tanto por ciento de lo que ésta solicitaba. La harina se adjudicaba por núcleos de población, y no necesariamente se adquiría en el silo del mismo municipio.
En la fábrica se trabajaba prácticamente durante todo el año. El trabajo se organizaba en dos turnos diarios, de doce horas cada uno. En cada turno trabajaban cuatro personas: una vigilaba la parte del cernido, otras dos se encargaban del empaque, de llenar los sacos y hacer las mezclas, y después se encontraba el jefe o maestro harinero, que se encargaba de vigilar todo el funcionamiento de la fábrica. Éste se situaba generalmente enfrente de los molinos, que según su parecer era el mejor lugar para controlar el proceso de producción. Dichos molinos tienen una portezuela en su parte superior con un cristal y por aquí se observaba la molienda del trigo. Si uno de los molinos devolvía el trigo, significaba que alguna maquina estaba atascada. Entonces se paraba el molino correspondiente mediante una palanca que tenía en su parte delantera y se examinaba la maquinaria. También avisaba del mal funcionamiento de la fábrica la existencia de impurezas en otras máquinas donde por la fase de transformación en que se encontraba no debiera haber.
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El proceso de catalogación
El Ayuntamiento de Fuerte del Rey adquirió en junio de 2000 esta fábrica para restaurarla y adecuarla como museo, y se puso en contacto con la Delegación de Cultura de Jaén en mayo de 2001 solicitando el pronunciamiento sobre el interés cultural del edificio y la maquinaria en él contenida. La Delegación además de informar sobre la fábrica y sus valores históricos y etnológicos, propone la incoación de expediente para la protección de dichos valores, elaborando la documentación técnica acerca del inmueble y los conocimientos y prácticas asociados al mismo. A su vez, durante este tiempo, el Ayuntamiento, a través de la Diputación Provincial de Jaén, realiza un proyecto que tiene por objeto describir y valorar las actuaciones y obras a realizar en la fábrica para su habilitación como Instituto para la Conservación de la Tecnología y la Memoria Agraria (ICOTEMA), nombre que define no sólo una rehabilitación constructiva sino también el proyecto patrimonial que se pretende llevar a cabo.
Para la administración andaluza la justificación de la inclusión de este inmueble en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz con carácter específico es doble.
En primer lugar, por el interés que en sí tiene el edificio, en cuanto elemento que nos ayuda a comprender aspectos socioeconómicos y culturales de una época concreta en la campiña jiennense. Estamos ante una fábrica de harina de los años 30 cuya actividad básica, como hemos comentado, era la molienda del trigo. En esta comarca predomina el olivar pero hasta hace poco prevalecían las tierras calmas, dedicadas al cultivo de herbáceos. Esta fábrica recogía y molía los granos de buena parte de la campiña, formando parte de un sistema productivo y comercial que ya en los años setenta empieza a resquebrajarse. A pesar del desuso y el propio paso del tiempo, se mantiene en un estado relativamente bueno de conservación y alberga casi la totalidad de los elementos utilizados en este sistema de molienda. Constituye, por tanto, un exponente clave del pasado reciente de Fuerte del Rey, como centro económico y espacio de sociabilidad.
En segundo lugar, por el proyecto que lleva a cabo el Ayuntamiento de Fuerte del Rey, que por una parte pretende reparar los desperfectos y daños del edificio y el mobiliario y, por otra, constituir ICOTEMA. Se quiere, por un lado, conservar y restaurar las salas de la maquinaria y, por otro, adecuar los almacenes para salas interactivas de trabajo y exposición, convirtiéndose en un centro de documentación e interpretación. Este proyecto se asocia con otros que llevarán a cabo estudios sobre las características propias de este agroecosistema, así como de las formas de vida desarrolladas en esta campiña. La idea es relacionar el ciclo agrícola con el ciclo de la vida, conociendo de una forma dinámica distintos aspectos culturales del pasado reciente de esta localidad y su comarca.
Este inmueble es testimonio de la evolución socioeconómica de dicha comarca y aspira ser en un futuro próximo espacio de difusión y recuperación de las formas de vida y la memoria colectiva de esta sociedad. Así pues, esta fábrica se convertirá en un espacio de investigación, de reflexión, pero también se quiere que sea un ámbito de relación, de actuación, con lo cual, además de referente histórico, será un recurso y una vía por el que los diferentes grupos sociales de la localidad pensarán y definirán su patrimonio histórico, conservando de paso un inmueble a través de utilización. En nuestra opinión ese es el valor añadido de esta apuesta. La fábrica es un elemento histórico, pero también es texto histórico, que además puede reescribirse. Es patrimonio y contexto para el patrimonio.
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Instamos a que nos escriban sobre la evolución que ha desarrollado este magnífico edificio desde su declaración como Lugar de Interés Etnológico en 2001.
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Fuente:
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domingo, 15 de junio de 2008

Una asociación restaura el 'Molino la Mata' en Tremor de Arriba (Igüeña, León, España)

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La Asociación Cultural Virgen de Peñafurada de la localidad berciana de Tremor de Arriba (Igüeña, León) ha restaurado un viejo molino de la localidad, conocido como Molino la Mata. Los trabajos de recuperación de este artefacto se remontan varios años atrás, cuando la asociación inició el proceso y paralelamente comenzó la siembra de centeno en una finca comunal.
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También han recuperado un antiguo horno de leña en el que cuecen el pan. Así completan un proceso artesanal compuesto por varias faenas: la siembra del cereal, la siega y recolección, la limpia, la molienda tradicional en el molino hidráulico de piedras, el cernido y amasado, y finalmente el horneado de las hogazas.
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Este proceso se repite año a año desde 2005 concluyendo en una gran fiesta en la que los asociados degustan el pan de centeno que han obtenido, trasmitiendo así a los más jóvenes los procesos artesanales mediante los cuales se obtiene el pan. [Pinche para ver la galería de imágenes].

La corresponsal del Diario de León M. Á. Cebrones ha reseñado los trabajos de recuperación y los procesos de elaboración de la harina y el pan de centeno. Suyos han sido los reportajes Al pan, pan… ¡moreno! y El pan del nuevo molino.
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En la presente campaña la sequía de meses pasados ha retrasado la fabricación de la harina de centeno, ya que el escaso caudal que traía el río Tremor en los meses de octubre y noviembre, fecha habitual para realizar la molienda del grano, hizo imposible el movimiento del artefacto.
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Pero esta circunstancia anómala fue aprovechada por los miembros de la Asociación Virgen de Peñafurada para completar la restauración del Molino de la Mata. De este modo renovaron el rodezno y el eje principal, encofraron el caz de abastecimiento de aguas y aplicaron varios tratamientos insecticidas a los elementos de madera.
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Con la llegada de las lluvias, abundantes en las últimas semanas, al fin han podido moler el centeno, que este año recogieron en un total de 400 kilogramos. A la molienda le siguió la fiesta con el horneado de las hogazas, empanadas y bollos preñaos, dando buena cuenta de dichos productos. Enhorabuena por tan maravillosa iniciativa.
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Fuentes:
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sábado, 14 de junio de 2008

1.000 visitas en 3 meses

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¡¡¡ GRACIAS !!!
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No se me ocurre nada mejor que decir gracias a todos los que habéis visitado este blog en sus primeros meses de andadura.
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Comenzábamos el camino allá por el 13 de marzo y ayer, 13 de junio, cuando se cumplían justo 3 meses del inicio, el marcador se redondeaba con el visitante un millar. 1.000 visitas llegadas principalmente de España (85%), pero también de Estados Unidos (3,2%), Gran Bretaña (1,8%) y por debajo del 1% hay entradas desde Argentina, Alemania, Malasia, Italia, Brasil, Portugal, Francia y otros países.
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En este tiempo se han colgado 30 entradas y, según las estadísticas que recoge Motigo, el techo de visitas diarias fue de 110. El día de la semana mayor recepción de visitantes ha sido el sábado y la hora de la semana, con gran diferencia, de las 14:00 a las 15:00 horas.
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Todos los que os habéis interesado por este blog, en especial los que me habéis escrito correos con interesantísimas historias, me habéis demostrado que este espacio no es sólo mi sueño o locura particular, sino algo útil para un buen número de personas de todo el mundo. Mil gracias, adelante.
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jueves, 12 de junio de 2008

Museo "Molino-Fábrica de Harinas" en Salamanca (España)

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La antigua Fábrica de Harinas «El Sur», situada sobre el río Tormes en la ciudad de Salamanca, puede visitarse desde hace años tras su acondicionamiento y musealización.
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Para verlo sencillamente debe solicitarse permiso en el Hotel Casino del Tormes, anejo a la fábrica y desde el que se accede directamente.
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La harinera «El Sur» se trata de una industria hidráulica, ya que se abastece del río Tormes, cuyas aguas son represadas y dirigidas hacia una gran turbina que mueve toda la maquinaria por medio de transmisiones dentadas y poleas.
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En el interior se puede contemplar la maquinaria original de la fábrica, un sistema completo instalado por Buhler, con diferentes modelos de laminadores y máquinas de limpia y cernido. Incluso los elevadores están firmados la multinacional helvética Buhler.
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El modelo de molinos de cilindros o laminadores del que mostramos imagen de detalle es bastante antiguo, ya que en su placa se constata el nombre del fundador de la empresa, Adolf Bühler, y como localizadores sólo se indican Uzwil (Suiza), sede central de la compañía, y Barcelona (España), donde Buhler tuvo su primera delegación en España, antes de trasladarse a Madrid.
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Los paneles, textos y organización del museo fueron realizadas por Javier Moreno Lázaro, profesor de Historia Económica en la Universidad de Valladolid. Los dibujos, diseño y maquetación corrieron a cargo de Miguel Grande Martín.
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Según la información que se facilita en el museo, la Fábrica de Harinas «El Sur» se construyó en 1881 sobre las ruinas de un molino maquilero existente en la aceña del Muradal. Esta primera fábrica, de la sociedad Pérez Moneo y Cía, molturaba con piedras francesas y exportaba a las Antillas. Una nueva compañía, Moreno y Allen, modificaba la fábrica entre 1895-1897 dotándose de la moderna maquinaria Buhler, con una capacidad de molturación de 30 toneladas diarias.
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No dejen de visitar este edificio industrial en Salamanca, visita que se puede completar con la del Museo de la Historia de la Automoción que se encuentra a tan solo unos metros.
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martes, 10 de junio de 2008

"Museo de la Molinería" en el «Molino de la Huerta de Angulo» de Morata de Tajuña (Madrid, España)

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Encontramos información de este precioso edificio en la web del Ayuntamiento de Morata de Tajuña, donde también se aportan interesantes datos sobre la historia del molino.
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De su lectura resumimos que la planta actual corresponde a un diseño de comienzos del siglo XVIII, aunque se da por segura la existencia de una edificación anterior existente, al menos, desde el siglo XVI. El edificio tuvo distintos propietarios y arrendatarios, siendo conocido a lo largo del tiempo como Molino de Abajo o como Molino de la Huerta de la Vega, cuando pertenecía a la casa de Altamira, poseedora del señorío de Morata y propietaria también del batán de paños de isla Taray.
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Fue reformado en 1888 por Diego María Jarava, mejorando sus prestaciones y relegando al abandono a otro artefacto del municipio, el Molino Hundido. A comienzos del siglo XX la familia Mac Crohon amplió sus instalaciones con una turbina para la generación de energía eléctrica, momento en que se erige la chimenea que le caracteriza.

sábado, 7 de junio de 2008

Anteproyecto "Museo de la Harina" en la panificadora «El Áncora» de Abetxuko-Vitoria (Álava-España)

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Imagen de I. Aizpuru y noticias publicadas por M. J. C. en El Correo Digital:
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«El Áncora de Abetxuko será museo de la harina, centro de horticultura y equipamiento social»
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El Ayuntamiento de Vitoria elabora un anteproyecto para recuperar en 2007 la antigua fábrica de pan junto al río Zadorra Pretende financiar el plan, presupuestado en 2,4 millones de euros, con el dinero que perciba de una promoción de 58 pisos en la zona.
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El Áncora de Abetxuko empezó a funcionar en 1853. Fue la cuarta harinera que se abrió en la provincia y la primera en la capital alavesa. Durante décadas exportó el trigo molido nada menos que a Cuba. Primero, por carreta hasta el puerto de Bilbao. Después, en barco hasta la misma isla caribeña. La revolución industrial y la llegada, más tarde, de la electricidad modificaron de forma sustancial los procesos de elaboración, pero la vieja fábrica consiguió seguir humeando hasta hace apenas tres años, cuando su plantilla se trasladó a un polígono industrial. El Ayuntamiento se ha propuesto devolver la vida al edificio -ahora de propiedad municipal- para rememorar su pasado con un museo, que completará con un centro de horticultura y un equipamiento social para el barrio.
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Con esta triple función, el Consistorio persigue, por un lado, preservar la memoria histórica de una factoría que tuvo un gran peso en la economía local, y por otro, habilitar aulas para la formación de los futuros usuarios de las 240 huertas ecológicas que se habilitarán enfrente, junto al Zadorra. Además, pretende proporcionar nuevos espacios de reunión para los vecinos de Abetxuko.Un símboloEl Centro de Estudios Ambientales (CEA), en colaboración con el Departamento municipal de Urbanismo, ha elaborado ya un anteproyecto para recuperar la factoría, localizada en una parcela junto a la calle Pozoaldea, en la salida del barrio hacia la carretera A-3601.El Gabinete Alonso quiere materializar el plan a lo largo de 2007. Presupuestado en 2,4 millones de euros, planea financiarlo con los aprovechamientos que le corresponden por ley de la promoción prevista para levantar junto a El Áncora 58 viviendas, 36 de ellas de precio tasado y el resto, concertadas. Esto es, algo más caras.Según el diseño municipal, la rehabilitación de la harinera respetaría su aspecto exterior. «Se mantendrá la volumetría y los huecos en la fachada. No es ningún monumento. Su interés radica en lo que simboliza por dentro», explica a EL CORREO Yon Bárcena, arquitecto del CEA y artífice del anteproyecto.
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Secadoras y molinos
Su interior consta de una superficie útil de 1.092 metros cuadrados distribuidos en sótano y tres pisos. El museo de la harina ocupará la planta baja y parte de la segunda. En ambas se expondrá parte de la maquinaría que se empleó para la elaboración de harina durante más de dos siglos. «Un profesor de la Universidad de Valladolid ha recopilado la historia de la fábrica y nos ha asesorado en este asunto», señala Bárcena. No ha sido la única colaboración exterior en el plan. Una representación de la Corporación vitoriana viajó hace unos meses hasta Zamora para conocer el funcionamiento de iniciativas similares.
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Los futuros visitantes del museo vitoriano podrán conocer `in situ` las despuntadoras, turbinas o secadoras que se empleaban antaño en el proceso de conversión del trigo en harina, así como el despacho del molinero. La ruta se iniciará en un espacio interpretativo y se explicará a través de paneles informativos. El sótano, desde el que se accederá a los huertos ecológicos, contendrá vestuarios, taquillas y zonas comunes para los horticultores. Y en el tercer y último piso, se habilitarán 219 metros cuadrados útiles para uso exclusivo de los vecinos de Abetxuko. En concreto, habrá una sala de audiovisuales y un salón de actos y de exposiciones.
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Pese a que admiten que ya conocen «en parte» el proyecto del Ayuntamiento, los habitantes del barrio lamentan que «no se nos haga partícipes de todo el proceso para aportar nuestras propias ideas», comenta Paquita San Bartolomé. La presidenta de la asociación de vecinos de Abetxuko destaca, en este punto, que si bien el centro cívico «se nos ha quedado pequeño y estamos a falta de más espacio de reunión, El Áncora está muy alejado. Queda a desmano y al otro lado de la carretera, una vía que va a sufrir un gran aumento del tráfico una vez que concluyan las obras del nuevo puente sobre el Zadorra», advierte.
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12-08-2007
«El Áncora, un museo de la harina a la espera»
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La antigua fábrica de pan de El Áncora de Abetxuko se convertirá en museo de la harina. El Centro de Estudios Ambientales (CEA), en colaboración con el Departamento municipal de Urbanismo, elaboró el año pasado un anteproyecto para recuperar la factoría, localizada en una parcela junto a la calle Pozoaldea, en la salida del barrio hacia la carretera A-3601. El plan está a la espera de materializarse.
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El objetivo es devolver la vida a un edificio industrial -ahora de propiedad municipal- para rememorar su pasado con un museo, que completará con un centro de horticultura y un equipamiento social para el barrio.
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Por ello, además de preservar la memoria histórica de una importante panificadora cuyo origen se remonta a 1853, se quieren habilitar aulas para la formación de los futuros usuarios de las 240 huertas ecológicas habilitadas enfrente, junto al Zadorra. Además, se proporcionará nuevos espacios de reunión a los vecinos de Abetxuko.
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15-09-2007
«Roban máquinas de la fábrica que será el museo de la harina»
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El Consistorio compró el edificio hace cuatro años a la panificadora por 285.240 euros
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El edificio de la vieja panificadora de El Áncora ha sufrido un expolio. «Ha desaparecido maquinaria que tenía un valor histórico», señaló el concejal de Urbanismo, Juan Carlos Alonso, al ser preguntado por el museo de la harina previsto en esta fábrica. El teniente de alcalde socialista evitó adelantar si su departamento seguirá adelante con el proyecto de convertir el inmueble en un centro que permita recrear el proceso de elaboración del pan. «Ha desaparecido material con un valor histórico, no puedo concretar en este momento las piezas que se han robado, con lo que tampoco puede decir qué se puede hacer o no», dijo el edil del PSE.
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La vieja harinera pasó a manos del Ayuntamiento en 2003. Pagó por el inmueble 285.240 euros, con el fin de transformarlo en un equipamiento para el barrio. Para ello, el Centro de Estudio Ambientales (CEA) en colaboración con el Departamento de Urbanismo elaboró un anteproyecto para recuperar la factoría. Además del museo de la harina y del pan, el plan contempla destinar el inmueble a centro de horticultura al servicio de las huertas ecológicas próximas, además de equipamiento social para el barrio de Abetxuko. La iniciativa, presupuestada en 2,4 millones de euros, debería haberse puesto en marcha a lo largo de este año. El bloqueo del plan urbanístico diseñado para esta zona ha repercutido en este proyecto. Juan Carlos Alonso eludió anunciar si se llevará o no cabo.
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«Tenemos que ver qué es lo que se ha expoliado y qué material es el que queda. En cualquier caso, el valor de lo que se pueda poner en marcha queda mermado debido a que no se ha custodiado el edificio como había que haberlo hecho», resaltó.
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Según el acuerdo de 2003, la harinera disponía de un departamento de máquinas, turbinas, generador de vapor con su maquinaria correspondiente, aparatos modernos de molienda por el sistema de cilindros, cernedores, material de limpiar, una dinamo con sus accesorios, entre otros materiales.
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Según el proyecto del CEA, la intención era exponer parte de la maquinaria en una de las plantas del edificio. Otro de los pisos, se reserva a acoger una sala de audiovisuales, un salón de actos y de exposiciones para el barrio de Abetxuko.
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Carecemos de datos referentes a la situación actual del proyecto.
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Fuentes:
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http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20070812/alava/ancora-museo-harina-espera-20070812.html

miércoles, 4 de junio de 2008

Fábrica de Harinas «Fontecha» o «San Francisco» de Albacete (España), sede de la Delegación del Gobierno

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Es verdaderamente impresionante contemplar el resultado. La transformación de la antigua harinera «Fontecha» o «San Francisco» como sede de la Delegación del Gobierno en Castilla la Mancha ha sido un completo acierto.
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El edificio fabril se construyó en 1916, siendo una gran industria en su momento, pues ya en un antiguo catálogo de la casa Daverio se indica que su capacidad de molturación era de 60.000 kilogramos de trigo al día.
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Sus dueños fueron los señores Fontecha y Cano, conservándose popularmente el nombre del primero para la fábrica, que 'oficialmente' se titulaba «San Francisco». Su sistema y maquinaria fueron instalados por la multinacional suiza Daverio.
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Las obras de restauración y rehabilitación fueron dirigidas por los arquitectos Emilio Sánchez García y Manuel Pedro Sánchez García, siendo inauguradas el día 7 de mayo de 2003 por el entonces presidente castellano-manchego José Bono. En su interior se han habilitado las oficinas y despachos de la Delegación del Gobierno en Castilla La Mancha, así como salas de exposiciones y de actos públicos donde tienen lugar innumerables actividades, siendo un espacio fundamental para la ciudad de Albacete.
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lunes, 2 de junio de 2008

Rehabilitación de la fábrica de harinas hidráulica de Ilundáin-Pamplona (Navarra, España)

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Noticia de Iván Giménez en Diario de Noticias:

La harinera de Ilundáin será el cuarto molino recuperado a orillas del Arga
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Barañáin propone el uso museístico de la antigua instalación frente a Landaben
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El abandonado ingenio harinero de Ilundáin, justo en la muga entre Barañáin y Pamplona, será el cuarto de los molinos de la comarca que será restaurado para su uso ciudadano y su integración en el Parque Fluvial de los Ríos de Pamplona. Los cuatro molinos citados (San Andrés y Batán en Villava, y Caparroso e Ilundáin en Pamplona) se localizan a orillas del río Arga, aunque históricamente se han registrado muchos más, como el de Ciganda (Arantzadi), ahora ocupado por un centro de educación especial.

Mucho antes de debatir la inserción del molino de Ilundáin en el Parque Fluvial debería salir adelante la restauración museística propuesta por el Ayuntamiento de Barañáin, entidad que ha tomado la iniciativa pese a que la construcción se encuentra en suelo de Pamplona. Por ello, la recuperación del ingenio harinero se incluye en el Plan de Conjunto Elizpea que deben acordar ambos municipios, que entre otras cosas incluye también la construcción de 244 viviendas en la ripa que baja de la ikastola Jaso a Landaben (trasera del pueblo viejo de Barañáin).

El presupuesto: La propuesta de restauración viene firmada por el arquitecto Iñaki Urkia Lus, autor de la recuperación del Batán de Villava. Según sus cálculos preliminares, la restauración museística costaría 480.000 euros, lo que incluye demoliciones, reconstrucción de la cubierta, instalar un ascensor y el arreglo y puesta a punto de la diversa maquinaria del molino harinero, entre otros trabajos.

El edificio principal "tiene interés de arqueología industrial", subraya Urkia en su informe, "pero necesita una buena restauración y adecuación a su uso como museo". Como se sabe, se encuentra en la margen izquierda del Arga, en la orilla opuesta al Landaben y justo bajo el talud dominado por el pueblo viejo de Barañáin y el paraje de Elizpea (bajo la iglesia , en euskera).

"Tiene presa y canal bastante bien conservado, y el edificio donde se aloja la turbina es el más antiguo y contiene todavía máquinas originales de la harinera que fue", añade el arquitecto. Para su funcionamiento como empresa harinera, captaba el agua del denominado Molino Nuevo, una presa que aún se puede apreciar en la zona de Miluze, aguas arriba del edificio principal (justo al otro lado del puente de la carretera que sube de Landaben a Barañáin). Desde ahí, un canal conduce el agua en paralelo al Arga, hasta la harinera.

Dicho edificio principal consta de 150 metros cuadrados en planta, con tres alturas sobre el piso bajo, donde están la turbina, el alternador y los ejes principales para accionar las correas que accionaban todo el mecanismo. En la primera planta se conserva la sala de molienda, con los rodillos para moler, mientras que en la segunda se ubican las cepilladoras. En el piso más alto se separaba la harina blanca del salvado con unos cernedores.

Para su recuperación, Urkia propone reducir algo la altura de la edificación, dejándolo en su cota original de ladrillo viejo. Asimismo, deberá limpiarse el canal para que pueda llegar agua a la turbina. El arquitecto propone ubicar los baños en el silo de trigo adosado en el lado este, mientras que "el conjunto del molino viejo puede dejarse exento totalmente o unido por un cuerpo de planta baja que lo conecte a otras edificaciones que se plantean". Cabe recordar que se desestimó la propuesta inicial de convertir el molino en un hotel, por considerarse un edificio demasiado grande para ello.

Pamplona: El Batán de Villava es un edificio de origen medieval que fue reabierto en junio de 2006 para un uso cultural y ciudadano después de una ambiciosa reforma, también diseñada por el arquitecto Iñaki Urkia. Consta de sótano, principal y primera planta. En estos momentos acoge una exposición fotográfica sobre el cambio climático.

Pamplona: La Mancomunidad de la Comarca de Pamplona tiene proyectado completar la restauración del molino de San Andrés (a la salida de Villava hacia Huarte) con la recuperación de la central eléctrica que estuvo en funcionamiento hasta hace unos 30 años. Un canal conecta las aguas del Arga y el Ultzama, que confluyen justo ahí.

Pamplona: El molino de Caparroso es uno de los edificios más emblemáticos de Pamplona, y su ubicación va a ser aprovechada para albergar una escuela de piragüismo, cuyas obras ya están en marcha. Su funcionamiento exigió durante siglos el uso del Río de los Leños, un canal que comunicaba con el cercano molino de Ciganda.
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Fuente:
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